miércoles, 4 de marzo de 2015

Relato de un reencuentro.

Tenía nervios de entrar a aquel lugar, había esperado todo un día para poder verla, algo en mí decía que debía decirle durante el poco tiempo que iba a estar con ella lo hermosa que se veía, aún así, sabía que no iba a poder decírselo dado que me vuelvo un idiota cuando me mira sin decir nada, sin embargo, decidí ignorar todo lo que pasaba por mi cabeza en aquel momento. Ella estaba ahí tan lucida y perfecta, tan hermosa y sencilla, su cabello de mil colores dejaban ver lo extrovertida que era, pero sus ojos transmitían que algo no iba bien, ella mi dio un abrazo mientras yo suavemente tocaba su cintura con mis frías manos llenas de nerviosismo, fue un momento perfecto que jamás olvidaré.

Mientras más me acostumbraba a su presencia, más intentaba no mirarla, cuanto más me hablaba más estupideces decía, cuanto más me tocaba, más inmóvil quedaba y de esa forma transcurrió el mayor tiempo con ella, para mi era difícil sacarle una sonrisa, era difícil volver a abrazarla, era difícil tocar su suave rostro, era difícil entenderla, pero era fácil tenerla a mi lado, y tan sólo con eso, yo era feliz.


Ella estaba triste, y lo sabía, así como sabía que hay veces en que la tristeza no se supera sino cuando estás solo y ella debía estar sola. Dejé de insistir como lo hacen los cobardes, debido a que no podía imaginar lo que pasaba por su cabeza; tal vez fui un cobarde, tal vez demasiado listo, lo único seguro es que ella siempre manejó la situación a su interés y yo seguí el juego, perdiendo en la última jugada. 


Gustavo Trujillo Mattos


Esta es un historia ficticia, los hechos que se 
Narran son invención del autor, cualquier 

Parecido con la realidad es mera coincidencia.